miércoles

Fui a que me tatuaran, no a que me manosearan.

Después de haberme enterado del tema de Violeta**, quien fue agredida por un ginecólogo, la carta de esta chica española, quien radica en la CDMX, he quedado sumamente sorprendida de la cantidad de chicas que sufren un abuso sexual de este tipo, y que por lo fuerte de las circunstancias se quedan paralizadas por no saber cómo reaccionar ante tales agresiones.

Hoy te platico la historia de Alba de 30 años quien quiso tatuarse algo muy mexicano por amar a nuestro país, y definitivamente TODO le salió mal.
imagen meramente ilustrativa


"Fui con Studio 13, un reconocido estudio de tatuajes regentado por Omar Morales, situado en Insurgentes Sur 1605. Iba a ser un gran tatuaje: desde el hombro derecho hasta la cadera del mismo lado.

La primera sesión, “equis”. El miércoles 14 de junio retorné para una segunda sesión de 3 horas y terminar el tatuaje. Todo empezó bien. Él me tatuaba; a veces hablábamos, a veces había silencio. Así iba transcurriendo el tiempo. Para tatuarme llevé un traje de baño de los de lacito que se pueden desatar para poder descubrir mi cadera con facilidad y que el tatuaje se desarrollara de la forma más cómoda para todos.

Lo que ocurrió después nunca tendría que haber pasado: mientras yo estaba acostada boca arriba y Omar tatuaba mi cadera con su mano derecha  y con la izquierda empezó a tocarme la entrepierna. Al principio se apoyó y yo ingenuamente pensé que requería estirar la piel de la ingle para tatuar mejor. Solamente que después empezó indudablemente a tocarme: su mano izquierda frotaba mis genitales mientras que con la mano derecha seguía tatuando. ¿Qué onda? Al principio pensé, no está haciendo eso, ¿o sí? Uno no sabe, la situación es bien confusa: ¿me está tatuando o me está tocando? ¿O las dos? Tuve el acto reflejo de cerrar las piernas, a lo que él respondió empujando una de mis piernas para tener un mejor acceso. Me costó unos segundos reaccionar, no sé cuántos, no fueron muchos. Suficientes como para darme cuenta de que aquello no era normal. Me incorporé y le pregunté que qué estaba haciendo, que eso no era para nada pertinente. Yo estaba muy desconcertada. Omar paró inmediatamente, se cambió el guante de la mano izquierda con la cual me había tocado y dijo literalmente: sí, ¿no? ¿Dónde te duele más? ¿En el hombro o en la cadera? ¡Qué clase de respuesta es esa! El tipo se hizo el “loco” por completo.

Pero yo insistí y le dije: Veo que estás obviando lo que acaba de suceder, pero tengo que decirte que fue totalmente inadecuado. No estábamos solos, detrás de la cortina había otras personas, se hizo silencio, nadie dijo nada. El volvió a decir: si, ¿no? Y siguió tatuando sin más. Yo me quedé allá estirada, estupefacta, preguntándome qué hacer. ¿Darle un soplamocos? ¿Levantarme e irme? ¿Hacer un escándalo? Al final me quedé allá estirada pasmada hasta que terminó. Me vestí, pagué y me fui. Sí, quise pagar. Pagué porque pensé que aquello no era un intercambio de favores. Yo fui a tatuarme, no a que me tocara. Para rematar la jugada Omar tuvo la desfachatez de darme dos besos para despedirme.


Al cabo de unos días puse una valoración en su página de Facebook explicando lo sucedido. Valoré con una estrella sobre cinco. Ellos denunciaron el comentario y Facebook lo quitó por “comentario inapropiado”. Pero vamos a ver, ¿no es Omar el que hizo algo indecente e inapropiado? A ver si ahora encima me tendré que callar y aguantar sin rechistar que alguien meta su mano en mi entrepierna sin permiso. ¡Esto es el colmo!


Por eso decidí publicarlo: Para que se sepa. No es por venganza personal, es por justicia social. Lo que pasó fue un acto abusivo, machista, poco profesional y una falta de respeto descomunal. No se puede consentir y este señor no puede salir impune y pensar que puede seguir tocando a sus clientas sin que detrás haya consecuencias por sus actos. Es más, eso no se hace y punto. Yo me sentí mal: traicionada, ultrajada, asqueada, enfadada y apenada. Además lo cuentas y casi que te dicen que cómo estaba medio desnuda, que claro le di indirectamente permiso. ¡Y una mierda! Como si quiero ir desnuda por la vida: nadie tiene el derecho de tocarme si yo no quiero.

Así que Omar, si lees esto, espero que se te esté cayendo la cara de vergüenza y que aprendas la lección: no puedes tocar a nadie sin su consentimiento. Así que, o te lo haces mirar o te cortas las manos, pero que no se te ocurra nunca más en tu vida abusar de ninguna mujer".

Si quieres leer la historia de Violeta, la chica que sufrio abuso por parte de su ginecologo aqui puedes leerla: http://mimundocautivo.blogspot.mx/2017/06/me-llamo-violeta-tengo-27-anos-y-fui.html

Fuente original : http://www.actitudfem.com
Escrito por Ale Vidal.Comunicóloga. Amante de lo fitness. Feminista y loca por la moda.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario