Un niño brasileño de 13 años de edad, mató a tiros a sus padres, agentes de Policía, a su abuela y a su tía. Al otro día el adolescente fue a la escuela y posteriormente se suicidó al regresar a casa.
Supuestamente dos de las víctimas del menor estaban durmiendo en la casa familiar en el barrio Brasilândia, al norte de São Paulo, cuando fueron asesinadas en la noche del domingo pasado. Según reportan los oficiales, todos los miembros de la familia fueron asesinados con el mismo revólver policial, que pertenecía al padre.
Los colegas del policía asesinado, desconcertados por la tragedia, han comentado que Marcelo Pesseghini era considerado como un “niño dulce” y no tenía antecedentes de violencia, aunque estaba obsesionado con las armas y tenía una gran colección de ellas de juguete, además de un “chaleco antibalas” de cartón en su dormitorio.
La detective Itagiba Franco, que investiga el caso, ha contado al periódico británico ‘The Guardian’, que en 37 años trabajando en las fuerzas de seguridad no había visto un caso semejante. “Entrevistamos a un compañero de la escuela del muchacho, que nos contó que el sueño de Marcelo era ser un sicario y que quería matar a sus padres una noche para vivir en la casa solo”, comenta Franco.
La detective agregó que no había pruebas de que alguien hubiera entrado en la casa aquella noche, ni de que el crimen estuviera relacionado con el trabajo policial de los padres.
Luis, de 40 años de edad, el padre de Marcelo, fue miembro de la policía de São Paulo durante 18 años. Se graduó con el rango de sargento de la unidad de élite, un equipo armado de respuesta rápida tipo SWAT. La madre del chico, Andreia, de 36 años, también era una agente de la Policía y trabajaba en la administración. Su abuela Benedita, de 65 años, y la tía Bernadete Silva, de 55, fueron encontradas muertas en una casa separada en la misma propiedad.
La Policía cree que después de matar a los cuatro miembros de la familia, al día siguiente, el muchacho cogió el coche de su madre y se fue a la escuela, donde fue captado por las cámaras de seguridad. Se suicidó ese mismo día al regresar a casa. En la mochila escolar del chico se encontró un segundo revolver. “Llevó el otro revolver a la escuela, no sabemos con qué intención”, señala Franco.
La matanza de la familia Pesseghini ha consternado a Brasil, una nación endurecida por el alza de las tasas de homicidios. Los grupos independientes de derechos humanos estiman que al menos 60.000 brasileños son asesinados cada año.
fuente:notimundi.com/
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